Ashley 1

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9 junio, 2024

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Las personas que se acercan a mi me preguntan constantemente por qué me gusta tanto patear a los chicos en los huevos, hasta el punto en que tengo un “novio” al que siempre le pego en los huevos con tanta fuerza para que se acuerde de mi un rato. Siempre les respondo que me parece gracioso ver como se refuercen como gusanos pero eso solo es parcialmente cierto, hay mucho detrás pero me daría flojera contarle a cada persona que me pregunte toda mi historia ya que todo empezó cuando era pequeña.

 

Como toda niña normal empecé a cuestionar si los cuerpos de los niños eran diferentes al de las niñas, ya que aunque éramos tan parecidos los adultos tenían notorias diferencias, aún así nunca le di tanta importancia hasta la primaria. Estaba viendo con mi familia la película “George de la selva 2” aunque era un personaje algo ridículo para mi era imposible no notar su fuerte cuerpo, más al estar vestido con sola esa prenda tan pequeña, honestamente no recuerdo gran cosa de la película dado que la vi hace muchos años pero una escena definitivamente se quedó grabada en mi memoria…

 

George se subió a la rueda de un tractor donde iban 2 chicas lindas y estaba corriendo sobre ella a la velocidad que giraba la rueda, las dos chicas que si bien recuerdo eran malas lo veían mientras George les decía que no podía golpearlas por ser mujeres, una de ellas le dio una fuerte patada en la entrepierna. George puso una cara graciosa de dolor y cayó del vehículo, con ese simple movimiento detuvieron a aquél hombre tan fuerte, yo no entendía como una simple patada pudo acabar con el tan fácil siendo el tan fuerte, además que el hecho de que George estuviera imposibilitado a goleparlas desde un inicio por ser mujeres me causó una sensación desconocida pero algo satisfactoria al saber que yo era mujer también y el siendo tan fuerte no podría hacerme nada tampoco.

 

-Papi, que le pasó a George? 

Le pregunté con inocencia a mi padre

-Le dieron una patada en la pierna

Respondió mi padre, mintiendo para no tener que darme explicaciones.

Mi madre sin decir nada volteó a verlo entrecerrando los ojos y sonriendo al darse cuenta de esto.

Yo no estaba del todo convencida, ahora dudaba más al ver la reacción de mi madre.

Llegaron los comerciales y mi madre le pidió agua a mi papá

-Amor, traeme un poco de agua, porfavor

-Te dejaron de funcionar las piernas? -contestó sarcásticamente

-Un puñetazo en “la pierna” te daría más ganas de traérmela?

 

Mi padre soltó una risita leve y se levantó a servirle, por la forma en la que dijo: “la pierna” y lo convenció de ir a traerle el agua ahora sabía que había un secreto ahí.

 

El siguiente día era sábado y yo salí con mi amigo Pedro, vivía en la misma cuadra de mi casa, nos llevábamos muy bien a pesar de ser diferentes, mi familia siempre ha tenido mucho dinero a diferencia de la de Pedro, que es muy pobre y por lo mismo usa ropa algo vieja siempre.

 

Mi papá cada semana me da dinero y nunca lo gasto completamente, de vez en cuando le invitaba a Pedro alguna golosina de la tienda.

 

Ese día Pedro me dijo que lo acompañara al terreno baldío que estaba a unas cuantas cuadras de ahí, al llegar saca unaa resortera, me dice que su papá se la regaló y empieza a poner botellas y latas encima de una piedra gigante, veo como les dispara piedras y revienta algunas, me presta la resortera y jugamos con ella un buen rato.

 

-Imaginate si le disparamos a alguien -le dije

-Sería divertido, jaja

-Estás loco!, podríamos matarla y nos meterían a la cárcel

-No, no creo que duela tanto, no podrías matar a alguien con ella

-Claro que si, ponte ahí y te disparo y me dices si no duele

-Estás tonta, obviamente si dolería un poco, pero no tanto

-Te apuesto a que si te dolería mucho

-Qué apuestas?

-Si te disparo y te duele te compro lo que quieras de la tienda

-Lo que quiera?, Lo juras?

-Si

-Aunque sea algo caro como un trompo?

-Si pero no debe dolerte

-Mmmm, ok, pero en la panza y no dispares a toda potencia

-Así que chiste? dijiste que no dolería

-Ok, dispara fuerte pero en la panza

 

Jamás me había sentido tan viva, iba a dispararle a una persona. Pedro se paró cerca de las botellas y yo me estaba a unos 2 o 3 metros de el, mi corazón latía con fuerza, tomé una piedra mediana y la puse en la resortera, vi que el ponía sus manos tratando de cubrir su torso un poco.

-Quita las manos, tramposo!

 

El las pone detrás de su espalda y entonces empiezo a jalar la resortera, le apunté a su estomago, sabía que le daría justo en el ombligo pero entonces recordé la película y lo que ocurrió con mi familia, quería ver si pegándole donde le pegaron a George el reaccionaría igual, sentía algo de miedo de hacerlo pero mi curiosidad me ganó, en el último segundo apunté más abajo y le di justo donde le pegaron a George, la piedra rebotó y el cayó al piso al instante, soltó un quejido y se hizo bolita en el piso, yo estaba en shock viendo el espectáculo, el seguía retorciéndose y yo con la boca abierta viéndolo.

 

-Ayúdame! -dijo con una voz muy diferente

Ese lamento me hizo salir del trance y fui corriendo a ver como estaba.

-Que pasó? -le pregunté como si no supiera

-Me pegaste más abajo, me duele mucho -dijo mientras seguía en posición fetal

-Lo siento fallé -mentí, justamente di en el blanco, aún así sentía algo de culpa y puse mi mano en su espalda

-Háblable a mi mamá -me pidió

-No, en un momento te sentirás mejor, te traeré algo.

 

Entré en pánico, si le decía a su mamá estaba muerta, mis papás me castigarían y ya no podría salir nunca, fui a la tienda y compré una soda y unos dulces, volví corriendo y lo encontré sentado en la piedra, su espalda aún estaba arqueado, obviamente le dolía aún.

 

-Toma, te traje esto -le di la soda y los dulces

El tomó la soda fría y la colocó suavemente en su entrepierna

-Por qué te la pones ahí?

-Mi papá una vez se golpeó ahí y se puso algo frío

Yo no entendía muy bien pero ya me sentía tranquila al verlo un poco mejor aunque mi curiosidad crecía a cada segundo.

-No le hablaste a mi mamá? -preguntó

-No, mantengamos el secreto, te compraré el trompo aunque hayas perdido

-NO PERDÍ!, tu hiciste trampa -contestó muy enojado

Ahora que lo pienso es hilarante que le molestara más perder que el hecho que casi le reventara los huevos.

-Si perdiste, dijiste que no te dolería y te dolió, como sea, te compraré el trompo pero mantengamos el secreto.

-Pero aún me duele y si necesito ir al doctor para que me revise?

Mi mente empezó a crear un plan para satisfacer totalmente mi curiosidad.

-Fue un golpe fuerte pero no pasa nada, déjame que te revise yo

-No, no quiero que me revises tu

-Ok, entonces no habrá trompo

El se quedó pensando por un momento hasta que finalmente aceptó. Se empezó a bajar los pantalones y yo estaba hiponotizada, no podía apartar la mirada, finalmente descubriría que había ahí. Finalmente se baja la ropa interior y puedo ver a donde apunté la piedra, jamás había visto algo así, su camisa no me dejaba ver bien pero podía ver sus huevos, eran redondos y algo rojos, observé esas cosas desconocidas unos 20 segundos.

Aunque no tenía la menor idea de que eran ni como debían lucir tuve que fingir ser experta para tranquilizarlo y al mismo tiempo saciar mi curiosidad.

 

-Se ven bien pero déjame estar segura

Acerqué mi dedo índice y toqué uno de ellos, el soltó un quejido, yo estaba fascinada. Al ver que no pasaba nada, decidí tomar con mis dos manos cada uno, la sensación era única, eran tan suaves y frágiles, sentía que tenía en mis manos algo importante y delicado, algo que se rompería fácil y al tenerlos en mis manos Pedro estaba en mi poder, si yo lo deseara podría apretarlos, jalarlos o golpearlos y el caería al piso nuevamente, sin embargo no dejé que mis pensamientos intrusivos me gobernaran y simplemente gocé la sensación.

Sin darme cuenta se los apreeté un poco, el se quejó más, sentía dolor aún.

-Se sienten bien también, no se ve nada roto, solo déjame ver algo más y ya terminamos.

Rápidamente levanté su camisa, quería ver que había arriba de sus huevos, pude ver su pene, sin pensarlo dos veces lo tomé rápido con mis dedos, el empezó a incomodarse y retrocedió. Una vez atrás subió su pantalón y se sentó un rato.

-Segura que todo estará bien? -me preguntó

-Si, todo bien, vamos a la tienda y te compro tu trompo.

 

Nos dirigimos a la tienda y cumplí en comprarle el juguete, aunque no fue tan barato sentí que valió cada centavo, este sobrno era nada a comparación del gozo que me dio todo lo vivido, además que bastaba con decirle a mi papá que me diera más dinero y listo, las palabras se quedan cortas al describir la satisfacción que me dio haberlo lastimado tanto con un simple movimiento y el haber tomado posesión de su debilidad, fue una tarde que recordaré el resto de mi vida y probablemente marcó el inicio de mi obsesión.

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