Parte II: LA NOVATADA
– ¡Levántate ya, Chloe! Que tenemos que sacar los perros a pasear.- despertó Haley a su prima a tempranas horas de la mañana.
– ¿Como que sacar a los perros?- preguntó Chloe desperezándose.
– ¿Recuerdas que te dije que tenía que preparar la novatada de este año? Pues hoy que es sábado y no tenemos clase es el momento de hacerla.- informó Haley llena de entusiasmo y sacando a su prima a empujones de la habitación.
Un gran grupo de chicas se reunió para luego dirigirse a las habitaciones de los chicos nuevos. Cuando Chloe vio que le daban una cuerda y que todas las chicas llevaban una, ya podía imaginarse en lo que iba a consistir la novatada.
– Si no quieres que te incapaciten a tu noviete lo mejor es que lo cojas para ti. Yo me quedaré con uno de sus compañeros.- sugirió Haley.
La chica llamó a la puerta de la habitación de John y, después de un largo momento, un compañero de John abrió la puerta. Era evidente que lo habían despertado, pues la luz del exterior lo estaba cegando.
– ¿Qué pasa? ¿Que queréis?- preguntó él medio bostezando mientras sus ojos se adaptaban a la luz para ver a las chicas del pasillo.
– ¡Los perros no hablan!- gritó Haley dándole un severo rodillazo en los expuestos testículos del joven.
El adormilado chico cayó al suelo inmediatamente, agarrándo sus partes. No se le ocurría una forma peor de despertarse. Las chicas pasaron por encima de él y entraron en busca de John.
¿Dónde está John?- preguntó Chloe al no verlo.
Está en la enfermería. Ayer lo atacaron entre varias chicas.- dijo el otro compañero de John, que no sabía si hacía bien en hablar.
¿Qué le han hecho?- dijo Chloe preocupada.
Preferí no preguntar. Pero tenía los huevos hinchados y amoratados.- respondió el chico con mala cara, recordando el aspecto que tenía el pobre John.
Ha tenido suerte, gracias a eso se va a librar de la novatada. Y tu en un rato estarás haciéndole compañía con los huevos peor que él.- intervino Haley.
“novatada”, pensó el chico, no quería pensar en la clase de maldades que podría preparar la mente femenina contra ellos.
– El del suelo para tí, para mí este.- dijo Haley a Chloe.
Haley se puso frente a su chico con la cuerda en la mano. “me encantaría aplastar mi cara en esas tetas”, pensó el chico con la impresionante chica a menos de un metro. Ella se puso en cuclillas y el chico tuvo el reflejo de cubrirse, pero se contuvo, consciente de que era una tontería. Como se temía, Haley le agarró los testículos sin ningún miramiento, provocándole un pequeño gemido de dolor.
– No te quejes que aún no te he hecho nada.- recriminó Haley mientras rodeaba la base de los testículos con la cuerda.
– Es que he estado unos días en la enfermería por varias patadas que me dieron y todavía tengo los huevos muy sensibles.- se excusó buscando un poco de compasión en la chica.
Pero Haley no era de esas y realizó un firme nudo en el escroto del chico, estrangulando sus testículos. Luego pasó el resto de la cuerda bajo sus piernas y se colocó detras de él.
– ¿Cómo te llamas?
– Tom, me llamo Tom.- respondió el chico con una extraña y desagradable sensación de ahogamiento que le provocaba la cuerda atada a sus genitales.
– Está bien, Tom, durante el día de hoy serás mi perro. Tendrás que obedecerme y comportarte como tal. Salgamos a fuera.- ordenó Haley.
El chico comenzó a andar hacia la puerta, pero al segundo pasó sintió un fuerte tirón de los testículos hacia atrás que lo hizo gemir e inclinarse hacia delante con las manos en las rodillas. Intentó coger aire, pero un segundo tirón de nuevo hacia atrás y hacia abajo lo hizo caer a cuatro patas casi sin aliento.
– Ahora si, ¿Desde cuando los perros caminan a dos patas?- dijo Haley entre risas.
Mientras tanto Chloe se ocupaba del chico del suelo.
– Aparta las manos por favor, tengo que atarte esto a los testículos.- pidió Chloe amablemente colocándose de rodillas junto a él.
El chico estaba destrozado por el rodillazo de Haley, pero no tuvo más remedio que acceder a la petición. Apartó las manos y separó las piernas, las cuales le temblaban pidiendo volver a juntarse. Chloe agarró ambas gónadas y tiró levemente para separarlas del cuerpo y estirar el escroto. Lo hizo con delicadeza, pero el chico no paraba de quejarse. Luego ató la cuerda tal y como había hecho su prima, aunque no apretó tanto.
– ¡Mueveté!- ordenó Haley a Tom pateándolo en sus expuestos genitales.
El chico cayó momentaneamente, pero a base de tirones de la correa Haley consiguió enderezarlo.
Después de un buen rato paseando a sus perros y haciéndole toda clase de perrerías, las chicas pasaron al siguiente nivel de la novatada. Un gran número de enfermeras las seguían en la distancia, ya que estaban informadas de la novatada y sabían que iban a tener trabajo.
– Ahora jugaremos a un juego en el que los chicos tendréis que soportar diferentes golpes de vuestra ama. Los que caigan al suelo serán severamente castigados, pero los que consigan aguantar serán gratamente recompensados. – informó Susan, la que parecía ser la líder.
Susan era una chica alta, media un metro ochenta y tenía un cuerpo de modelo. Su pelo era castaño y su piel estaba muy bronceada, haciendo destacar unos preciosos ojos verdes. Sus piernas además de largas, eran muy fuertes, no se veían musculosas, pero si tonificadas, se notaba que practicaba mucho deporte.
– El premio es una sorpresa, pero el castigo os lo diré ya. El que no aguante en pie recibirá una patada mia, una sola patada.- continuó Susan.
El castigo no pareció impresionar a los chicos, pero las chicas que conocían a Susan eran conscientes de su increíble fuerza y saben lo devastadora que puede ser una patada suya. En ese momento Chloe entendió por qué Susan no llevaba a ningún chico.
Colocaron a sus chicos en fila uno al lado del otro, les desataron los testiculos y usaron la cuerda para atarles las manos a la espalda. Haley había apretado tanto el nudo a los testículos de Tom que no podía quitarlo. Tuvo que manipular la cuerda con todas sus fuerzas para conseguirlo, dándole toda clase de tirones a los atributos del pobre chico, que lo pasó fatal aunque finalmente agradeció que la sangre volviera a circular con normalidad por esa zona.
– En la primera prueba debéis dar un puñetazo a vuestros perros en los huevos.- Informó Susan a las chicas.
Chloe se colocó en cuclillas frente a su chico, que todavía sufría por el rodillazo de Haley, así que en voz baja le pidió por favor que no lo hiciera, que no aguantaría otro golpe. Chloe sentía lástima por él, pero una parte de ella la empujaba a seguir con eso, en el fondo lo estaba disfrutando. Así que lo ignoró y levantó el diminuto pene del chico para tener total acceso a los testículos.
– ¡Separad las piernas!- ordenó Susan.- Chicas, a la de tres: una… dos y… tres!
Las chicas enterraron sus nudillos en los testículos de sus perros, aplastándolos contra su cuerpo. El chico de Chloe, que aguantaba la respiración, tuvo que exhalar forzosamente en un gemido ahogado mientras se inclinaba hacia delante y juntaba las rodillas. Se notó como a todos les costaba muchísimo mantenerse en pie y forzaban inútilmente la atadura de sus manos queriendo agarrar sus ardientes pelotas.
El de Chloe sudaba como un cerdo y estaba rojo como un tomate por la falta de aire, y le temblaban las piernas. Luchaba con todas sus fuerzas, pero empezó a marearse y se le nubló la vista, hincando finalmente las rodillas en el suelo. Su rostro quedó a la altura del de Chloe, que no podía disimular una pequeña sonrisa. Él se echó a llorar tanto de dolor como por el miedo al castigo que le esperaba.
– ¡Primer eliminado!
Las chicas aplaudieron y felicitaron a Chloe, que miraba a su alrededor sorprendida por ser la única en tumbar a su chico. A continuación Haley y dos chicas más sujetaron al chico y lo dejaron de rodillas, pero le separaron las piernas y le empujaron el trasero para doblarlo hacia delante, dejando su pelvis totalmente expuesta. Susan se colocó frente a él y tocó los testículos del chico con su pie derecho, luego lo subió y bajó varias veces, como si calculara su peso además de la distancia. Finalmente, puso la pierna detrás suya.
– Espero que esto sirva para que los demás se esforcéis más en mantenerse en pie.
El chico podía haber suplicado pero solo hubiera servido para satisfacer aún mas a las féminas, así que se limitó a mirar la fuerte pierna de Susan. Esta vez no hubo cuenta de tres. La patada fue tan potente y rápida que ni siquiera se vio, la pierna de Susan desapareció para aparecer al instante entre las piernas del chico.
Chloe y las demás chicas novatas quedaron impresionadas con la potencia que tenía Susan en sus piernas. El chico se desplomó hacia delante, totalmente incapacitado, y empezó a convulsionar, haciendo que las enfermeras, que ya estaban preparadas, intervinieran rápidamente y se lo llevaran. La cara del resto de chicos al ver la escalofriante escena era de auténtico pánico. Algunos empezaron a suplicar pero Susan los cayó inmediatamente con una mirada amenazadora.
– Para la siguiente prueba agarrar los huevos de vuestros perros, pero esperad, no apretéis.- volvió a informar Susan.
Haley, como todas las chicas, levantó el pene de Tom con una mano y con la otra sujetó sus testículos. Luego empezó a juguetear con ellos, acariciando y moviéndolos entre sus dedos. El simple contacto y movimiento hacía gemir al chico, que apenas podía permanecer erguido. Chloe acompañaba a su prima, disfrutando del espectáculo ya desde fuera.
– Se los apretaréis durante cinco segundos, solo cinco. Comenzad cuando diga “ya” y parad cuando cuente hasta cinco, ¿De acuerdo?- continuó Susan.
– Algún día os devolveré todo el sufrimiento que me estáis causando.- amenazó Tom a Haley.
– ¿Crees que te tengo miedo?- respondió la chica entre risas- mientras tengas estas dos bolitas colgando aquí debajo no tienes nada que hacer.- le dijo tirando levemente hacia abajo de los genitales del varón, que se quedó inmediatamente sin aire y tuvo que callar.
– Podría convertirte en eunuco con un simple giro de muñeca, así que ten cuidado con lo que dices.- concluyó.
– YA!- gritó Susan.
La señal pilló por sorpresa a Haley, que no perdió el tiempo y cerró su mano con toda la fuerza que pudo, mirando a Tom a los ojos de forma amenazadora. El chico mantuvo el pulso de miradas, pero a los dos segundos se dio cuenta de que el dolor era muchísimo peor del que esperaba. Tenía la sensación de que en cualquier momento se le podía reventar un testículo. Los segundos le parecieron horas y al llegar al cinco su cara desafiante estaba totalmente desencajada.
– Cinco! Parad!
Escuchar el grito de Susan para que se detuvieran fue un alivio para Tom, pero pronto se dio cuenta de que Haley ignoraba la orden y continuaba apretando, con más fuerza aún si cabe. Haley alargó el castigo apenas unos segundos más, pero fue suficiente para multiplicar el dolor testicular del chico, que permanecía inclinado con el cuerpo en paralelo al suelo, sin poder respirar y con las piernas separadas más de un metro intentando mantener el equilibrio, además de temblarle. Un tembleque que se transmitía a sus genitales, que se meneaban ante la mirada alegre de ambas primas.
La mayoría de los chicos ya estaban en el suelo retorciendose y llorando, pero Tom y varios más consiguieron aguantar a duras penas, pero lo consiguieron.
– Enhorabuena a los que seguís en pie! Podéis haceros llamar hombres. En cuanto a los que han caído…- Susan hizo un gesto indicando que los pusieran en posición.
Las chicas levantaron a los chicos caídos para que recibieran su castigo de perdedor, los colocaron bien erguidos y separaron sus piernas. Susan se fue para el primero, que lloraba patéticamente suplicando clemencia, haciendo que Susan lo abofeteara para hacerlo callar. A continuación colocó sus manos sobre los hombros del chico y, mirándolo a los ojos, le dio un rodillazo en los testículos con su devastadora fuerza. El cuerpo de ochenta kilos del varón fue impulsado hacia arriba, para luego caer al suelo en estado de shock.
Una vez más, el resto de chicos entraron en pánico al ver semejante atrocidad, aunque todos recibieron el mismo castigo. Las enfermeras no daban a basto.
– Bueno, continuemos. Viendo que ya solo quedan 5 machos en pie, la siguiente será la última prueba. Cómo no, acabaremos con la clásica patada.- informó Susan.
Los cinco chicos, entre los que se encontraba Tom, seguían luchando por mantenerse en pie, pues el dolor era enorme y sus testículos ya mostraban signos de inflamación y diversos daños.
– De esta ya no te salvas.- le dijo Haley a Tom.
Inmediatamente se colocó detrás de él, ya que el chico era incapaz de enderezarse y desde atrás le sería mucho más fácil alcanzar sus pelotas. El resto de chicas la imitaron inmediatamente. Susan volvió a contar hasta tres. Cuando acabó, Tom cerró los ojos y escuchó como los pies de las chicas impactaban contra el escroto de sus compañeros, oyendo caer a más de uno. Él no sintió nada y se preguntaba qué pasaba, pues Haley se había tomado unos segundos para observar tranquilamente las colgantes gónadas del chico, que, cuando parecía empezar a relajarse, sintió el pie de Haley aplastar su virilidad.
Esta vez no tuvo opción, sus piernas perdieron la poca fuerza que les quedaban y Tom cayó al suelo directamente con la cara, fracturándose la nariz, aunque el dolor realmente importante no estaba en su cara. Las enfermeras intervinieron rápidamente para llevarse a los chicos caídos, sin dejar que Susan les diera el pertinente castigo. Pero Haley les pidió que dejaran a Tom para el último.
Este es todo un macho, puede aguantar un poco más.- les dijo sonriente.
Para sorpresa de la chica accedieron a su petición, dejando a Tom suplicando entre lágrimas.
Para sorpresa de todas, un chico consiguió mantenerse en pie. Las chicas lo miraban impresionadas, le temblaban las piernas y permanecía totalmente inclinado, sin poder contener las lágrimas. Chloe y Haley se fijaron en sus testículos, terriblemente inflamados, y les costaba creer que pudiera aguantar en pie.
Susan esperó unos segundos junto al chico, esperando que finalmente cayera, pero esto no sucedió.
Has ganado, puedes desahogarte.- le dijo desatándolo las manos de la espalda.
Finalmente el chico pudo hacer lo que más había deseado en su vida, agarrar sus genitales y echarse al suelo en posición fetal. Físicamente no le supuso ningún alivio, pero su cuerpo se lo pedía a gritos.
Déjame ayudarte, te lo has ganado.- le dijo Susan amablemente.
Pero el chico pidió por favor que lo dejara en paz, desconfiando lógicamente. Pero la chica insistió.
No quiero hacerte más daño. Podría apartarte las manos si quisiera, pero solo quiero ayudarte.
El chico, sabedor de que si esas chicas quisieran hacerle algo no podría evitarlo, prefirió creerla. Apartó las manos lentamente y separó las piernas. Esto permitió a Susan acceder con su mano la zona, agarrando los maltrechos testículos del chico, que por un momento temió lo peor, pero Susan cumplió su palabra y los sujetó con toda la delicadeza que pudo. Las hinchadas gónadas apenas cabían en su mano, pero ella empezó a sobarlas lentamente. El chico gemía de dolor, pues la zona no estaba para relaciones en ese momento.
¿Quieres que pare?
No…- respondió el chico entre quejidos. A pesar del dolor, el tacto y las caricias de la chica eran agradables dentro de la tortura.
Susan sujetó el pene con la otra mano, lo palpaba en busca de una erección, pero el miembro seguía flácido como si estuviera muerto. Con esa espectacular chica desnuda junto a él, manoseándolo en lo más íntimo, en cualquier otra situación ya estaría cerca de eyacular.
Córtale los huevos!!.- intervinó Haley para añadir picante a la situación.
Si, esa polla ya no sirve para nada.- dijo otra chica siguiendo a Haley.
No por favor, es que me duele mucho, por favor no lo hagas.- suplicó el chico inmediatamente, sudando y temblando de miedo.
Callaos! Así solo lo empeoráis.- gritó Susan a las chicas.
A continuación, siguiendo con el masaje testicular, se echó sobre el chico y lo besó apasionadamente. Con la mano libre cogió la de él y la llevó hasta su teta izquierda. Al fin el pene del chico agradeció el esfuerzo de Susan y, a pesar del inmenso dolor, se puso duro como una piedra. Cuan la chica se apartó observó con orgullo lo conseguido.
Ahora si se corresponde el tamaño de la polla con el de los huevos.- bromeó mientras agarraba el erecto pene.
Empezó a deslizar su mano sobre él, subiendo y bajando muy despacio y aumentando la velocidad progresivamente. Los gemidos de dolor del chico pasaron a ser de placer, aunque a cada poco la otra mano de Susan lo devolvía a la realidad con una caricia más brusca de la cuenta.
Al minuto, cuando los movimientos de la chica eran bastante rápidos y fuertes, la respiración del chico se aceleró notablemente. Ya estaba a punto y Susan lo sabía, por lo que le apartó un poco la mano de los testículos y les dio una rápida palmaba que provocó un quejido del chico y las risas de las espectadoras.
Si quieres que pare solo tienes que decírmelo.- le dijo Susan repitiendo la palmada, y luego otra, y otra, cada vez más fuerte.
Pero el chico ya solo pensaba en correrse aunque sintiera que los huevos iban a reventarle en uno de los golpes. De repente, del pene empezaron a salir oleadas de semen con cada bajada. El joven estaba extasiado, hundido en el orgasmo, tanto que no notaba que Susan lo masturbaba con una fuerza descomunal. En una de las bajadas el frenillo del pene no lo soportó más y se rompió. El chico sintió un leve dolor, pero no le dio importancia hasta que el orgasmo concluyó y vio que tenía el pene ensangrentado.
Oh dios mío!- exclamó al verlo.
Acto seguido, Susan alzó su brazo y puso el punto de mira en los vaciados testículos que colgaban muy bajos tras ser ordeñados. Luego, mientras el chico todavía asimilaba lo ocurrido, el puño de la chica impactó en lo más noble de su ser. Volvió a llevar las manos a su entrepierna, pero antes de alcanzarla había perdido el conocimiento.
Joder, ya pensaba que iba a tener un final feliz.- dijo Haley con una sonrisa, mientras Chloe procesaba lo sucedido, boquiabierta.
¿Veis lo fácil que es dominar a un tío mediante el sexo? Son tan simples que lo arriesgan todo por una paja.- les dijo Susan a las impresionadas chicas.
Bueno, todavía es temprano, tenemos tiempo para patear algunas pelotas más.- continuó Susan llevándose a las chicas de allí y dejando a varios chicos que aún esperaban a las enfermeras. Había un número enorme de enfermeras y doctoras, pero el día de las novatadas no había suficientes para atender a tantos chicos.
Antes de que abandonaran el lugar, alguien tocó a Susan en el hombro, era Tom que parecía estar recuperado. En cuanto la chica se giró, este le dio un tremendo rodillazo en la vagina antes de que pudiera reaccionar.
– Ahora sabes lo que se siente, maldita hija de puta.- le dijo Tom, que había presenciado la tortura a la que Susan había sometido a los chicos.
Las demás chicas jamás pensaron que pudieran tumbar a Susan, por eso no intervinieron al ver a Tom acercarse. Hasta que no la vieron caer de rodillas después de dar un agudo quejido femenino, no le dieron importancia al asunto. Chloe y Haley no podían creerse la insensatez de Tom. Se abalanzaron sobre él, pero Susan las detuvo con un gesto.
El dolor en su zona íntima era terrible, pero en su mirada no había dolor, solo rabia. Tom se estremeció al ver que la chica se levantaba. “No puede ser, si ese rodillazo me lo dan a mi no me levanto en una hora” pensó el chico. Intentó darle un puñetazo en la cara, pero Susan interceptó el golpe con su brazo y rápidamente le devolvió el golpe con un gancho directo a la mandíbula. Tom se tambaleo hacia atrás.
Lo siento, no debí hacerlo, ha sido una estupidez.- suplicó el chico arrepentido.
Pero Susan estaba en cólera. Plantó la planta de su pie en el pecho de Tom con una potente patada que lo estampó contra una pared. Sin darle un respiro, lo tomó del cuello y empezó a estrangularlo con una sola mano. Él intentaba liberarse, pero ni utilizando las dos manos lo consiguió, por lo que se estaba quedando sin respiración. Cuando iba a desmayarse, Susan disminuyó la presión y llevó su otra mano a los genitales del joven. Sin bacilar, apretó los testículos con todas sus fuerzas, sin aflojar en ningún momento.
La respiración seguía faltándole al chico, aunque ahora no era por el estrangulamiento de su garganta. Susan no hablaba, solo lo miraba con los ojos ardiendo en llamas, manteniendo también el agarre del cuello para que Tom no se fuera al suelo. El chico, al ver que la chica no se detenía, utilizó las fuerzas que le quedaban para agarrar y apretar los senos de Susan. Pero el dolor provocado solo sirvió para enfurecerla aún más si era posible.
El dolor en sus testículos, que ya era alto desde que Haley les diera un puñetazo, los exprimiera y pateara, aumentaba exponencialmente con cada segundo. El enorme dolor subió hacia su vientre, las piernas le temblaron y la mirada se le nubló. No cayó al suelo por la pared en la que se apoyaba y por la sujeción en cuello y genitales de la chica.
Susan gritó de rabia y dio un fuerte tirón hacia arriba de los testículos de Tom, sin dejar de apretar. Y luego lo repitió en dos ocasiones, su intención era clara: arrancárselos de cuajo. Pero no lo consiguió y puso todo su empeño en el apretón. Tom, que mantenía las manos sobre las tetas de Susan, aunque ya sin fuerzas, vio pasar toda su vida sexual ante sus ojos. Su primera erección, su primera paja, las felaciones de su primera novia y todos los polvos que había tenido. Su mente se iba haciendo a la idea de que pronto sus testículos serían un recuerdo más.
¡Ya no eres tan macho, eh?- Susan rompió por fin su silencio.
Pero Tom no estaba precisamente para conversar. Su rostro estaba totalmente desencajado, rojo, con la boca abierta y los ojos casi fuera de sus órbitas, derramando lágrimas sin parar. Una perfecta combinación de dolor y miedo.
Déjalo, ya le has dado una buena lección.- intervino Chloe que empezaba a sentir lástima por el desgraciado chico.
No te metas prima, Susan sabe lo que hace. Hay que dejar claro lo que pasa cuando se agrede a una chica.- le dijo Haley a su prima.
Pero… puede matarlo si sigue apretando…- continuó Chloe, aunque su insistencia fue ignorada.
Unos segundos después, la boca y los ojos de Tom se abrieron al máximo y un leve y agudo hilo de voz salió de su boca. Acababa de sentir el dolor más horrendo que un ser humano puede experimentar: su testículo izquierdo no aguantó más y se fracturó. Pocos segundos después el dolor se duplicó, ya que el testículo derecho corrió la misma suerte.
Susan notó dos “pop” en la mano y sintió que los testículos perdían su forma. Sabía que lo había conseguido, pero, animada por la satisfacción y todavía enfurecida por el dolor en los pechos y en su coño, siguió apretando y retorciendo, hasta que redujo el contenido del escroto a una masa sin forma alguna.
Cuando la ira de la chica fue desapareciendo, por fin dejo que el escroto de Tom volviera a sentir el aire. Con sus dedos empezó a palpar y a juguetear con el escroto, comprobando el resultado de su ataque. Tras comprobar que ya no quedaba nada parecido a unos testículos en ese escroto, solo se le ocurrió decir una cosa dirigiéndose a las demás chicas:
– Estos ya no son huevos, ahora es una tortilla.- dijo justo antes de liberarlo.
Las chicas estaban deseando ver el aspecto de los genitales de de ese pobre chico, incluso Chloe, que aunque sentía pena por Tom, no podía contener su curiosidad femenina. Entonces vieron al chico caer lentamente, apoyado en la pared, quedando sentado en el suelo con una pierna a cada lado del desnudo cuerpo de Susan.
Todas vieron una cosa tan sorprendente como ridícula: el escroto del chico se apoyaba en el suelo como si de un trozo de gelatina se tratara, sin forma alguna, pues su contenido tampoco la tenía. Ninguna chica podía quitarle ojo, parecían hipnotizadas, boquiabiertas y sin palabras.
A los pocos segundos volvieron las enfermeras, que en primer lugar se dirigieron al chico al que Susan había partido el frenillo, ya que la sangre las alertó. Las que se acercaron a Tom lo hicieron con tranquilidad, esperando una atención rutinaria más. Pero las mujeres se estremecieron al ver el estado de sus testículos.
Una se inclinó y tomó la bolsa escrotal con su mano. Le bastaron un par de segundos para confirmar la gravedad del asunto. Rápidamente lo trasladaron ante las urólogas del centro, pero estas solo pudieron certificar la total destrucción de ambos testículos. Nunca habían visto nada igual. Tom era desde ese día, y lo será hasta el final de su vida, un eunuco.
Susan fue expulsaba de la facultad y con toda seguridad se enfrentaría a serios cargos por sus actos. Pero había dejado claro a todos los varones de la facultad lo que pasa cuando se saltan las normas y atacan a una chica.
Autor: Anarosa450
0 Comments