Comienza un nuevo curso en la facultad más popular del estado de California. Esta fama se debe a su principal norma: todos los alumnos tienen que ir desnudos en todo momento. El proyecto surgió con la filosofía hippie de los años sesenta, pero con el tiempo su política cambió y se incluyó una nueva norma: cada año uno de los sexos es elegido el dominador y tiene poder absoluto sobre el otro. Pero esta elección no es al azar, sino que el sexo con la nota media más alta se convierte en el dominador del siguiente curso, por lo que los resultados académicos suelen ser muy buenos.
– Hoy da comienzo un nuevo curso y como ya sabéis, hasta hoy no damos a conocer cuál será el sexo dominador de esta año.- decía la decana de la facultad ante un salón de actos abarrotado de chicos y chicas desnudos, que esperaban impacientes el resultado.
Todas y cada una de las chicas presentes lucen unos cuerpos espectaculares, lógicamente, nadie con un cuerpo del que avergonzarse ingresaría en esta facultad. La mayoría de los chicos de primer año, menos acostumbrados a tener tantas féminas desnudas delante, eran incapaces de controlar sus erecciones.
Los más veteranos, conocedores de las sádicas prácticas de las chicas cuando son las dominadoras, esperaban el resultado con preocupación.
– No os hago esperar más. Durante este curso… vuelven a mandar las chicas!!- concluyó la decana.
En ese momento las caras de los chicos se volvieron de absoluta desolación mientras que las chicas entraron en júbilo. Acto seguido, las veteranas celebraron la victoria ejerciendo su derecho sobre el chico más cercano. Muchos ya habían vivido ese momento y cubrieron sus partes y huyeron despavoridos, pero otros sufrieron toda clase de patadas, apretones, rodillazos y puñetazos en los testículos.
– Qué locura.- dijo Chloe, alumna de nuevo ingreso, que miraba asombrada como los chicos caían al suelo uno detrás de otro agarrando sus partes y gimiendo de dolor.
– Vamos prima disfrutaló, si hubieran ganado ellos con suerte estarían manoseandote las tetas, aunque con las ganas de venganza que tienen muchos lo más probable es que te hubieran pateado el coño.- animaba Haley a su prima justo después de clavar su rodilla en las pelotas de un pobre inocente.
– Has podido hacerle mucho daño, ¿Sabes lo que le duele a los chicos un golpe ahí?.- le respondió refiriendose al chico que se retorcía a los pies de Haley.
– Vaya si sé lo que les duele cualquier roce ahí. Vete acostumbrando porque vas a ver a muchos tíos llorando por sus patéticos huevecillos.- respondió Haley echándose a reir.
Este es el tercer curso en la facultad de Haley, de 21 años, que es quién convenció para ingresar allí a su prima Chloe, con 18 años recién cumplidos. Ambas chicas son espectaculares, Chloe roza el metro setenta de altura, con pelo largo rubio, unos ojazos azules y un cuerpo de medidas perfectas. Haley es un poco más baja, tiene el pelo negro y los mismos ojos que su prima. Sus pechos, a pesar de su menor altura, son más grandes que los de Chloe, aunque las dos los tienen tan firmes que son un insulto a la gravedad.
En lo que más se diferencian las chicas es en su personalidad. Chloe es una chica buena y educada, un poco tímida y con una visión positiva de la vida. En cambio Haley es mucho más extrovertida y le gustaba divertirse a costa de los hombres, ya que allí ha aprendido lo machistas que son pero también ha aprendido lo fácil que es humillarlos.
– Os recuerdo por última vez que no está permitido violar ni castrar. No olvidad que los testículos no tienen ninguna protección y no están hechos para soportar todas vuestras fantasías.- insistió la decana antes de retirarse, preocupada porque las chicas siguen centradas en atacar las gónadas de sus compañeros.
– Ha insistido mucho en que no los castremos, ¿Alguna vez ha pasado?- preguntó Chloe a su prima mientras salían del gran salón de actos lleno de jóvenes sufriendo en el suelo.
– En mi primer año los dominadores fueron los chicos y uno se saltó las reglas y violó a una chica. Cuando las veteranas se enteraron esa misma noche le dieron una paliza y lo colgaron de los huevos en el patio central. Todos bajamos al oir sus desgarradores gritos de dolor y vimos el escroto más estirado de nuestra vida. Pero aunque el escroto aguantó, los cordones de los que cuelgan por dentro no soportaron todo su peso y se rompieron. Cuando lo bajaron ya no podían hacer nada por él y tuvieron que extirparle los testículos.- explicó Haley a su estupefacta prima.
La cara de Chloe imaginándose a ese desgraciado colgado por los testículos hizo reir a Haley, pero estaba lejos de la que puso ella cuando lo vio en directo.
Las dos primas se dirigieron a secretaría para que Chloe entregara su matrícula y todos los documentos. Haciendo lo mismo se encontraba un chico, también de nuevo ingreso, detrás del que se colocó Chloe para esperar su turno.
– ¡Qué haces ahí parada? Quita del medio a este ser inferior y que te atiendan a ti primero.- ordenó Haley.
– No se…. no me importa esperar un poco….- respondió la novata dubitativa.
– Cómo se nota que eres nueva, prima. ¡Eh tú! Fuera de aquí.- ordenó al chico.
– Espera tu turno.- respondió él sin girarse y siguió hablando con la chica del mostrador. Por su osadía estaba claro que también era nuevo.
– Demuéstrale quién manda aquí.- susurró Haley a prima, pero Chloe seguía sin atreverse.
El inconsciente chico tenía los codos apoyados en el mostrador, inclinado hacia delante para poder hablar con la secretaria, ya que había bastante escándalo en el pasillo. En esa posición y estando desnudo, Haley tuvo fácil hacer lo que le había pedido a su prima. La leve separación de las piernas del chico dejaba a la vista sus colgantes testículos. Haley pasó su mano entre sus piernas y los agarró con una habilidad que mostraba que ya lo había hecho muchas veces. No dio oportunidad a su víctima y inmediatamente apretó su mano con fuerza, dejando al chico sin habla, que seguía hablando con la recepcionista.
– ¡Pero que tenemos aquí! Acabo de encontrar dos huevos perfectos para hacer una buena tortilla.- dijo Haley amasando y apretando los testículos del sorprendido chico.
– Está bien os dejaré pasar pero sueltame por favor.- suplicaba con la voz forzada. Su cambio de actitud y el gesto de su cara le sacaron una sonrisa a la chica del mostrador, que continuó con el papeleo del chico como si no pasara nada.
– Ya es tarde para eso, ahora tienes que aprender lo que pasa cuando no obedeces a una mujer.- respondió la chica apretando aún más.
El chico echó las manos hacía atrás intentado golpear a Haley sin éxito y luego intentó abrir la mano de la chica, pero tuvo que parar de inmediato porque Haley apretó mucho más fuerte para impedir que se liberara. Sus manos volvieron al mostrador para evitar desplomarse en el suelo.
– Ayúdame por favor… ¡Va a castrarme!- pidió el joven a la recepcionista echándose a llorar muerto de miedo. En ese momento no podía pensar en lo patético de la situación, solo pensaba en el enorme dolor testicular y en que la sádica chica iba a reventarselos. Pero la recepcionista hizo oidos sordos a su súplica.
– Es suficiente Haley, ya ha aprendido la lección.- intervino Chloe.
– ¿Es cierto?¿Has aprendido la lección?- preguntó Haley al joven sin darle un respiro.
– Sii… siii…- gemía con el poco aire que le quedaba.
– Está bien, creo que ya hemos terminado la tortilla.
Finalmente la chica lo liberó de semejante tortura, acariciando con delicadeza los testículos al retirar su mano. El chico los agarró como si llevara años sin hacerlo y cayó a los pies de Haley en posición fetal. Haley cogió los documentos de su prima y se colocó en el mostrador con total normalidad. Chloe miraba al pobre chico e intentaba disfrutar igual que Haley, pero su sentido común seguía diciéndole que aquello no estaba bien.
– Me los has reventado…oh… hija de puta me los has destrozado… ayuda se me están hinchando los huevos… oh….- lloraba el chaval desde el suelo, pero nadie parecía escuchar sus lamentos.
Entonces la recepcionista, consciente de que no iba a recuperarse, apretó un botón bajo su mesa y a los pocos segundos aparecieron cuatro enfermeras con una camilla. Sin preguntar lo que había pasado y ni siquiera dirigirse al afectado, le separaron las piernas, apartaron sus manos y observaron los genitales del avergonzado varón. Una confirmó que efectivamente tenían una considerable inflamación, lo subieron en la camilla y se lo llevaron en silencio ante la asombrada mirada de Chloe.
– En la universidad hay una gran enfermería con muchísimas enfermeras que aparecen cuando el daño es serio.- explicó Haley.
– ¿Y que pasa si ese chico pierde un testículo, o los dos? Recuerda que no podemos castrarlos y ese chico esta…
– Tranquila -interrumpió Haley a su preocupada prima- los huevos duelen mucho pero hace falta mucho más para romperlos. Bueno, tengo que irme a preparar la novatada de este año con las veteranas, date una vuelta y divierteté antes de que empiecen las clases.- se despidió Haley de su prima, que todavía estaba flipando con la falta de remordimientos de su prima mayor.
Chloe paseaba por los pasillos de la universidad sin saber muy bien a donde ir, simplemente observaba como las chicas ejercían su derecho de dominación sobre los impotentes varones. Pero de repente Chloe se topó con alguien conocido, se tratada de John, un amigo de la infancia con el que había veraneado varios años.
– Chloe!?- se sobresaltó al verla y se cubrió la entrepierna instintivamente. En ningún momento esperaba encontrar a alguien conocido allí y mucho menos a la primera chica que le gustó y en la que pensó muchas veces al darse amor propio.
– John? Qué haces tú aquí?- preguntó la chica igual de sorprendida y tapándose los pechos y el pubis, aunque menos avergonzada que él.
– Lo mismo te pregunto, no pensaba que te iban estos rollos.- le dijo colorado como un tomate y visiblemente nervioso. Miraba el perfecto cuerpo de Chloe y rezaba por no tener una erección.
– Tranquilizate, es una tontería que nos cubramos, vamos a estar desnudos durante todo el año.- dijo Chloe apartando las manos de sus partes íntimas para el deleite de John.
– Tienes razón, además me han dicho que a los que van todo el rato tapándose los atan de las manos a una farola del patio para que todas puedan ver y hacer lo que quieran.- respondió dejando ver por fin sus atributos, aunque seguía rojo como un tomate porque Chloe viera su pene en estado de reposo.
La chica poso sus curiosos ojos azules en el paquete de John. La sorprendieron unos grandes testículos que colgaban bastante bajos, su pene flácido no decía mucho, su tamaño era mayor que la media pero el contraste con sus enormes compañeros no le favorecían.
– ¿Puedo tocar?- bromeó Chloe señalando la entrepierna de su amigo.
– ¿To-tocar?- John volvió a ponerse hipernervioso creyendo que la petición iba en serio y su reacción hizo que Chloe se echara a reir.
El pensamiento de la preciosa chica tocando sus partes fue el estímulo que le faltaba a John para sufrir una firme erección.
– Lo siento, yo no…- intentaba disculparse el avergonzado joven.
– No te preocupes, me siento alagada, de todas las chicas desnudas que hay aquí soy la única que ha conseguido “levantarte el ámino”. Además, así se ve mucho mejor.- lo tranquilozó Chloe mirando el empalmado pene que tenía a pocos centímetros de su sexo.
John estaba muy excitado por ese último piropo de Chloe. Pero cuando todo parecía ir perfecto, una chica de poco más de un metro y medio apareció corriendo por detrás de Chloe, la apartó y antes de que John pudiera reaccionar, lo agarró de los hombros y le dio un tremendo rodillazo en los testículos. Le guiñó un ojo y siguió corriendo en busca de otra víctima, seguida de varias chicas que señalaron a John riéndose de él.
Chloe, al ver la brutal agresión intentó agarrar a John, pero este cayó de rodillas irremediablemente.
– ¿Estás bien?- preguntó Chloe preocupada.
El dolorido chico tardó varios segundos en poder responder, estaba intentando no mostrar debilidad delante de Chloe, pero apenas podía hablar. Finalmente tragó saliva y respondió con una voz muy forzada.
– Tranquila, antes ya me dieron un puñetazo, aunque esta vez ha sido un poco más fuerte.
John luchaba por no derrumbarse del todo, aunque sus ojos brillosos no engañaban a nadie. De la imponente erección ya no quedaba nada y la excitación y orgullo que John sentía segundos antes se convirtieron en impotencia y humillación
– No intentes hacerte el duro delante mía, te han dado un rodillazo muy fuerte y sé perfectamente lo sensibles que son los testículos. No voy a pensar que eres un debilucho, simplemente a todos los hombres os pasa..- lo tranquilizó Chloe consciente de lo que John estaba haciendo.
El joven volvió a permanecer varios segundos en silencio, analizando la situación. Sentía cómo el dolor aumentaba cada vez más y subía lentamente hacía su vientre. Un sudor frío bajaba por su frente y todo a su alrededor empezó a dar vueltas. Así que finalmente admitió que iba a tardar en recuperarse y optó por hacerle caso a Chloe.
– Esa puta enana me los ha reventado.- confesó cayendo de costado hacia un lado y expresando por fin el inmenso dolor que sentía.
Pasaron más de diez minutos y John no mostraba mejoría alguna. Chloe ya estaba aburrida de esperar, pero le daba lástima dejarlo allí solo. Miraba constantemente buscando una enfermera para pedirle ayuda, aunque sin éxito.
– ¿Te acompaño a la enfermería?¿Crees que puedes levantarte?
– Si, creo que si.- respondió sin ninguna seguridad- pero los tengo muy mal, si vuelven a atacarme en el camino… no quiero ni pensar lo que pasaría, pero no creo que pueda soportarlo.- explicó muy asustado.
– Creo que tengo una idea, si alguien ya te está atacando no podrán hacerte nada, así que si quieres te agarro yo de los… de tus… testículos y te llevo a la enfermería como si te estuviera apretando.- ofreció Chloe avergonzada solo de pensarlo.
A John le parecío buena idea y separó las piernas para que Chloe tuviera acceso a sus maltrecha virilidad. Conforme Chloe acercaba la mano, el corazón del chico se aceleraba. Ella dudó si incluir también al pene de John en el agarre, aunque finalmente no lo hizo y el miembro quedó apoyado sobre sus dedos. John miraba el impresionante cuerpo desnudo de Chloe, sentía el contacto de su pequeña mano en sus partes y finalmente miraba su pene. Le preocupó que no hubiera erección, aunque se tranquilizó pensando que se debía al enorme dolor.
– Ten cuidado por favor, ahora mismo los tengo muy sensibles.
– ¿Así está bien? ¿Te estoy haciendo daño?- preguntó Chloe sujetando los testículos como si fueran del cristal más frágil del mundo.
El chico asintió dando su aprovación, se levantó con la ayuda de Chloe y se pusieron en camino. La enfermería no estaba lejos, pero John caminaba como una tortuga, inclinado y no podía evitar quejarse a cada paso. Cualquiera pensaría que Chloe estaba apretando de verdad.
John no quería apoyarse en Chloe para no levantar sospechas, pero el dolor era cada vez peor y cuando estaban a pocos metros de la enfermería tuvo que poner su brazo izquierdo sobre los hombros de la chica. Sin darse cuenta, su mano quedó justo sobre la teta izquierda de Chloe, a la que le sorprendió pero lo tomó como algo sin mala intención y prefirió no decir nada.
John, encantado por el contacto y porque a Chloe le pareciera bien empezó a tocar la teta descaradamente, aunque para su preocupación su pene seguía sin reaccinar. Esta vez Chloe supo que era algo intencionado y se ofendió muchísimo. Aumentó la presión de su mano derecha y se puso frente a John.
– ¡Intento ayudarte y tu aprovechas para meterme mano?- le gritó apretando cada vez más.
Él quería disculparse, pero de su boca solo salían gemidos de dolor y a los pocos segundos no aguantó más y se echó a llorar desesperadamente.
– Al final va a tener razón mi prima Haley, todos los tíos sois iguales. ¡Que te den!
Finalmente, dejó de apretar, soltó los machacados testículos de John y se marchó de allí, muy enfadada. Él se desplomó inmediatamente en el suelo, llorando como un bebé a escasos metros de la enfermería.
Chloe tenía tanta rabia que la soltó toda contra el primer chico con el que se cruzó. Este acompañaba a otro chico al que habían pateado, por lo que no vio venir la impresionante patada que Chloe le propinó en sus desnudos testículos. El pobre solo pudo preguntar “¿Por qué…?” mientras caía al suelo agarrandose sus partes.
Al ver la mirada asesina de Chloe, el chico al que acompañaba protegió sus atributos y pidió por favor que no le hiciera nada. Pero Chloe no estaba para hacer prisioneros y le dio puñetazo en la nariz con todas sus fuerzas que tiró al chico de espaldas. Una vez en el suelo le pisoteó los huevos. Finalmente, cuando giraba su pie sobre los aplastados testículos de ese desconocido como quien mata un bicho, Chloe volvió en sí y se dio cuenta de lo que estaba haciendo. Retiró el pie y salió corriendo de allí.
Buscó a su prima Haley y le explicó lo que había sucedido. Ese lugar saca lo peor que hay en ella, pero lo que más le preocupaba es que ¡lo había disfrutado!, le explicó a su prima. Haley se alegro mucho por conocer el lado malo de su inocente prima.
– Todas las mujeres llevamos una castradora dentro, solo hay que encontrarla. Lo llevas en la sangre así que no te preocupes.
Pero Chloe seguía sin verlo claro.
– Si quieres disculpate con ellos, hazle una paja a tu amigo y pasate el año como una reprimida asustada, pero no has hecho nada malo.- insistió Haley.
– Esta bien, mañana me disculparé con John.
Al día siguiente daban comienzo las clases y, para alivio de los varones, las chicas parecían haberse calmado un poco. Chloe esperaba sentada a que diera comienzo la clase. Poco después que ella entró en clase la profesora, de unos cuarenta años aunque muy bien conservada, se sentó en su mesa y esperó que sus alumnos tomaran asiento.
Chloe veía como la mayoría de los chicos entraban con visibles daños, principalmente en sus genitales. Algunos incluso eran llevados en silla de ruedas por una enfermera, ya que tenían los testículos tan dañados que no podían ni caminar. Entre estos chicos estaba al que Haley exprimió los huevos en secretaría. La enfermera lo ayudó a bajar de la silla de ruedas para que se sentara en la fila de atrás, donde había menos probabilidades de un nuevo ataque.
– Parece que las chicas ya han estado haciendo de las suyas.- intervino la profesora al ver tanto machito herido, haciendo reir a las chicas.
La clase comenzó y Chloe se dio cuenta de que John no estaba allí. Sabía que era de su mismo grupo porque vio su nombre en la lista de clase, asi que se preocupó por él. “Puede que tenga daños serios, joder creo que me pasé con él. Y tal vez ni siquiera consiguió llegar a la enfermería y otra chica volvió a pegarle en los huevos y se los ha destrozado. Dios mío pobrecillo! En cuanto salga de clase voy a la enfermería a disculparme.”
Con tanta preocupación Chloe decidió disculparse antes del chico al que le pegó su prima, así que se levantó y se sentó a su lado.
– Hola, soy…
– Ya sé quien coño eres, eres la que iba con la puta que casi me arranca los huevos.- interrumpió el chico muy molesto, aunque en su voz tambien se apreciaba dolor.
– Mi prima no hizo nada malo así que no la insultes. Vengo a pedirte perdón por lo que te hizo, está muy arrepentida.
– ¿Crees que con unas palabras vas a compensar lo que me ha hecho esa zorra? Mira cómo tengo los huevos, no puedo ni juntar las piernas, solo por tocar la silla me estoy muriendo de dolor.
Chloe miró lo que el chico le pedía. Tenía las piernas muy separadas para que sus propios muslos no tocaran los testículos, que permanecían apoyados en la silla con una vistosa hinchazón. Al ver eso, Chloe puso la mano sobre su vagina y agradeció haber nacido mujer y no tener nada colgando entre las piernas.
– Sé que no sirve de nada pero qué quieres que haga?- le dijo Chloe sin levantar la vista de esos enormes testículos.
– Si quieres compensarme tanto sufrimiento mínimo tendrás que hacerme una mamada.- pidió el chico fijándose en los carnosos labios de Chloe, además de los firmes y preciosos senos que tenía a escasos centímetros, a los que no le había quitado ojo en todo el rato.
– ¿Una mamada?
– Si. Si supieras el insoportable dolor que tengo desde ayer me la chuparías durante horas, creo que me lo merezco. Y si lo haces el año que mandemos los chicos no os partiré el coño a puñetazos como tenía pensado hacer.
– Está bien, te lo mereces.- accedió Chloe.
La chica agarró y levantó el flácido pene y se inclinó lentamente sobre el regazo del chico. Él no se refería a que lo hiciera en ese momento, pero no iba a negarse, mandaban las chicas, así que miró hacia delante como si no pasara nada.
Su pene empezaba a reaccionar, pero sus planes no eran los mismos que los de Chloe, que con la mano que tenía libre le dio un terrible puñetazo hacia abajo en los testículos, aplastándolos contra la silla.
– ¿Así es como tenías pensado partirnos el coño? En ese caso tendremos que aprovechar mientras podamos.- dijo Chloe inmediatamente con una sonrisa de oreja a oreja.
Toda la clase se giró hacia atrás al oir el agónico quejido del chico, que se retorcía en la silla prácticamente en estado de shock. Pero la profesora no se detuvo y continuó la clase como si nada, aunque al saber que era uno de los que llegaron en silla de ruedas, apretó el botón que había bajo su mesa, tal y como había hecho la chica de secretaría el día anterior.
El chico, que estaba en una de las sillas que dan al pasillo central, se tiró al suelo llorando ante la mirada de todos. Aunque en ese momento solo pensaba en la advertencia que le hizo la doctora un rato antes: otro golpe podría suponer la perdida de uno o incluso ambos testículos.
Aproximadamente un minuto después aparecieron cuatro enfermeras con una camilla portatil y se lo llevaron de nuevo, también sin decir una palabra hasta salir de la clase.
– Suerte con tus bolitas. La vas a necesitar…- se despidió Chloe provocando risas en muchas chicas.
– Si no aprendes que aquí son las chicas las que mandan acabarás perdiendo los testículos. Si es que no los pierdes después de esto.- le dijo una de las enfermeras mientras lo llevaban rápidamente con una de las urólogas de la universidad.
– No sé por qué los chicos ingresan aquí, y mucho menos por qué no se marchan.- dijo otra enfermera a sus compañeras.
– Entran aquí para ver mujeres desnudas y poder tocarlas y chantajearlas con favores sexuales a cambio de no pegarles, pero luego acaban como este de aquí.- le respondió otra.
– A mi me dan mucha pena, los testículos son tan delicados…- volvió a decir la anterior.
– Pues a mi no. Yo estudié aquí y el primer año, que mandamos las chicas, pensaba como tú. Pero los tres años siguientes mandaron los chicos y tuve que soportar toda clase de vejaciones. Tuve que aguantar bukakes, hacer pajas, mamadas cubanas y también palizas si me negaba. El último año volvimos a mandar las chicas y después de todo lo que había soportado dejé a más de cien tíos igual de mal que este.- confesó otra enfermera, la mas joven y guapa de las cuatro.
Nada más salir de clase, Chloe fue directa a la enfermería, preocupada por John. Al entrar, se encontró con un pasillo interminable, con puertas a ambos lados. Le iba costar encontrar a John, por suerte para ella, todas las puertas estaban abiertas. Miraba de habitación en habitación, encontrandose en todas a un chico sollozando o lamentándose por lo que una chica le había hecho, generalmente en los testículos. Pero ninguno era John.
En una habitación estaba el chico sin nombre, al que su prima había apretado los huevos y un rato antes Chloe le había dado un puñetazo aplastandolos entre su puño y la silla. Se quedó unos segundo observando desde la puerta, el chico estaba en la cama con las piernas elevadas como en un parto. A cada lado una doctora, una de las cuales palpaba con sus dedos sus hinchados testiculos, pasando el dedo por toda su superficie para comprobar los daños. El chico lloraba desconsoladamente pidiendo por favor que se detuviera, mientras la otra mujer le sujetaba la mano y le pedía que aguantara un poco más. “esto no pinta bien”, dijo la doctora. Chloe salió de allí con una sonrisa y siguió buscando.
Por fin encontró a John, que también estaba tumbado en la cama. Al verla entrar, se cubrió los genitales instintivamente.
– Hola, no te he visto en clase y me he preocupado un poco…- dijo Chloe después de cerrar la puerta y acercándose a John.
– Estoy bien, pero las enfermeras me han recomendado no ir. Chloe, quería pedirte disculpas por meterte mano, no era mi…
– La que debe disculparse soy yo -interrumpió Chloe- te acababan de patear los huevos y yo te di un apreton. Deben estar muy mal.- dijo la chica cogiendo las manos de John y apartándolas de su entrepierna.
Volvió a sorprenderle el aspecto de los testiculos del chico, que de por sí eran grandes, pero ahora eran enormes. Además, al colgar tanto, practicamente tocando la cama, parecía que fueran aún más grandes.
– Me gustaría compensar el daño que te he causado.- dijo llevando una mano de John hacia su cuerpo.
La puso sobre la teta que él ya había tocado y le pidió que tocara cuánto quisiera. John no se lo podía creer y apenas movió su mano. Chloe la llevo hacia el otro pecho y luego fue bajando poco a poco, pasando por su vientre hasta llegar al pubis. El chico palpó el cálido coñito de Chloe, perfectamente depilado y notablemente mojado.
– Veo que al menos vuelves a funcionar.- bromeó Chloe.
Por fin, el pene de John resucitó en la erección más rápida de su vida. Metió su dedo corazón entre los labios vaginales, buscando el clítoris de Chloe, a la que le flaquearon las piernas cuando esta lo encontró y empezó a acariciarlo. Mientras, ella acercó su mano a los testiculos de John y los acarició como si fueran de porcelana fina. Pero en ese momento los testículos eran más delicados que la porcelana y el contacto con los dedos de Chloe junto con el movimiento al acariciarlos, hizo que el cuerpo del chico se estremeciera y no pudiera evitar gemir de dolor.
– Lo siento, no sabía que….- se disculpó Chloe retirando la mano.
– No pares.- ordenó John con voz dolorida.
El dolor era inmenso, pero el placer que le provocó la caricia de Chloe bien lo merecía. Así que la chica volvió a sujetar sus gónadas y continuó acariciandolas y jugueteando con ellas con más cuidado aún. John seguía trabajando con su dedo en las intimidades de Chloe, que como agradecimiento agarró el erecto pene de John con su otra mano. Intentando coordinar ambas manos y conteniendo el placer que John le estaba dando, empezó a masturbar el pene.
John sentía un dolor enorme en los testículos, pero ahora sus gemidos eran de placer. Chloe se inclinó y le besó el escroto, para acontinuación empezar a lamerlos mientras seguía acariciando el pene con las manos. John se retorcía de dolor y placer. Chloe succionó el testículo izquierdo, quedando el derecho sobre su barbilla.
Mientras lamía el huevo dentro de su boca notaba su inmensidad. Lo sujetó entre sus dientes y se preguntó qué pasaría si en ese momento mordía con fuerza. El chico notó los dientes, pero sentía demasiado placer para preocuparse. Aunque Chloe finalmente no lo hizo, sino que succionó también el otro testiculo. Apenas podía cerrar la boca con esas dos enormes bolas dentro, que seguía lamiendo como podía.
Chloe tuvo que sacarlas porque se iba a atragantar, y esta vez llevó su boca a la poya de John.
– Avisame antes de correrte para terminar con la mano.- pidió Chloe.
Pasó su lengua una y otra vez por el glande del chico, haciendo circulos y centrándose en la zona del frenillo. La introdujo hasta el fondo y continuó con una perfecta mamada. John sentía que ya se venía, no aguantaba más y, para sorpresa de Chloe, su pene empezó a chorrear semen en el interior de su boca mientras el chico gemía en el mayor orgasmo de su vida.
John quedó exhausto sobre la cama, mirando al techo con la mirada perdida, totalmente relajado. Nunca había sentido tanta paz. Pero ese momento no duró mucho.
– Te dije que me avisaras.- fue lo que escuchó el chico instantes antes de sentir la mano de Chloe agarrar y apretar sus vacíos testículos.
Un inmensó dolor devolvió a John a la realidad y otra vez fue incapaz de poder disculparse.
– Esta vez te voy a perdonar, pero si vuelves a desobedecerme -dijo Chloe girando lentamente su muñeca y retorciendole los testículos- te arranco los huevos con mis propias manos.-y empezó a tirar poco a poco hacia ella.
Él no podía respirar, sentía que tiraban de todos sus órganos hacia abajo, como si estuvieran atados a los cordones espermáticos de sus testiculos, los cuales ya no daban más de sí. Los segundos parecían horas.
– ¿Entendido?- preguntó Chloe con tono autoritario.
John asintió con la cabeza.
– No te oigo… ¡Entendido?- insistió
Entonces, un diminuto hilo de voz aguda salió de la boca del chico para decir “si” mientras su mirada se nublaba. Chloe percibió que se iba a desmayar y finalmente lo liberó. John no perdió la conciencia, pero no tenía fuerzas para agarrarse los testiculos y retorcerse en posicion fetal. En cambio, quedó tumbado con las manos a cada lado del cuerpo, mirando a Chloe con la boca abierta y respirando con dificultad.
Chloe miró las enormes bolas que colgaban entre sus separadas piernas y volvió a alegrarse de ser mujer.
– Bueno, me marcho mi amor, mañana puede que venga a verte.- le dijo guiñandole un ojo antes de irse dejando al agonizante chico con su dolor.
Continuará…
Autor: Anarosa450
0 Comments